
Tras habernos perdido decenas de veces, no entender ni papa de Neozelandés, haber sido parados por dos policías y uno tratarnos de delincuentes, una multa por exceso de velocidad, el ataque de una gaviota asesina y cargarnos buena parte del presupuesto del viaje, creemos que ya estamos preparados para dar nuestras notas de supervivencia en este magnífico país…