La zona más alta de Sri Lanka, nos ayudará a dar una pausa al sofocante calor, visitar unos bonitos miradores y alguna ceremonia hindú un poco incómoda. Para llegar a Ella fuimos en bus desde Tissa. En el hotel nos consiguieron un taxista que iba para Ella, y nos dejó muy buen precio.
Pudimos descansar, dormir y parar para comer en un restaurante local, donde nos dimos cuenta lo buena gente que son los habitantes de este país.
El citado restaurante situado en la carretera, tenía un buffet libre, y nos costó 25o LKR por persona. Al cabo de un rato, llegó una familia, que parecían ser Alemanes, y comieron lo mismo que nosotros. A la hora de pagar, el taxista tuvo una discusión con el hombre del restaurante, le queríamos pagar la comida para el taxista y no nos dejó. Al subir al taxi, nos comentó, que el hombre del restaurante dijo que le habían cobrado a cada uno de la familia de Alemanes 1000 LKR, y que el del restaurante le dijo que hiciera lo mismo con nosotros. El taxista, estuvo indignado todo el viaje, diciendo, que no es bueno para el turismo esto….son muy buena gente. De hecho, es el país que menos problemas hemos tenido y la gente más humilde del mundo, por delante de Laos.
Cuando llegamos a Ella, el frescor ya empieza a hacer efecto.
Una cascada nos da la bienvenida a Ella.
El taxista nos recomendó un hotel en el cual pasamos dos noches. Bien situado y limpio.
Por la mañana hicimos un trekking a ELLA ROCK, el mirador más famoso del lugar. El recorrido es muy bonito
bordeando una vía de tren. Cuando sales de la vía, es un poco complicado encontrar el camino, y se te pegarán
individuos sin tu consentimiento para hacerte de guía aunque tú no quieras, y si después no quieres pagarles, se enfadan.
Por las vías te cruzarás con mucha gente, incluso monjes budistas dando un paseo.
Detalle de la vía de tren.
Puedes llegar a tardar hasta 2 horas para cada trayecto. Una vez arriba del mirador, y habiendo pasado un bosque quemado «desafortunadamente», encontrarás un mirador con unas vistas espectaculares. Arriba hay un joven que te ofrece té caliente
y bebidas si estás sediento.
El mirador es espectacular, aunque a veces se llena un poco de gente.
El mirador está muy alto, cómo puedes apreciar aquí.
En la ciudad, hay muchos lugares para comer, nosotros recomendamos el Chilli Café, donde comimos muy bien, aunque
un poco caro, ya que está muy enfocado a los turistas.
Otro destino que puedes visitar cerca de la ciudad es el Little Adam’s Peak, un pequeño pico que es muy fácil acceder,
menos de una hora, y el camino es plano hasta el final que encontrarás unas escaleras. Tengo que admitir que las vistas
me gustaron incluso más que del Ella Rock.
Disfrutando de las vistas en el Little Adam’s Peak. Muy recomendable y cercano.
Por sorpresa paseando por la ciudad, me encontré con una ceremonia hindú. Ya habiendo estado en Batu Cave, en
Kuala Lumpur, donde la gente se clavaba comida en el cuerpo con objetos punzantes, esto me sorprendió aún más.
Un pobre chico, estaba clavado por agujas con una grua y lo iban paseando y meneando cómo si nada y el chaval
tan tranquilo, no lo entiendo, la verdad.
Chico que paseaban clavado en la grúa por toda la ciudad.
Estuve preguntando el porqué de esta ceremonia y nadie hablaba inglés, o sea que me quedé con las ganas.
Tras un par de días descansando con el fresco, abandonamos la ciudad para dirigirnos a Nuwara Eliya y sus plantaciones
de té negro.
El viaje en tren me dejó un recuerdo inolvidable, sentado en la puerta cómo un local y haciendo fotos sin parar,
estas son algunas de las instantáneas:
Niños jugando al lado de las vías.
Nuestro vagón en segunda está casi vacío, cuando al fondo puedes ver cómo van de llenos los vagones de 3a. clase.
Los paisajes por los que pasa el tren son de sueño. Este viaje fue de lo mejor que he hecho nunca.
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