Por fin llegamos a las playas paradisíacas de Tailandia de las que todo el mundo habla. Tuvimos que hacer un trayecto en la típica barca tailandesa durante más de una hora, para llegar a esta preciosa playa que destaca por sus empinadas montañas y cuevas llenas de estalactitas, eso sí, llena de turistas y monos hasta la bandera y alguna sorpresa más….¿entonces, nos vamos a tomar el sol un rato?
En la zona Sur de Tailandia, hay decenas de playas que puedes visitar. Las más famosas y bonitas, son quizás las más masificadas. Nos aconsejaron esta playa que está cerca de Krabi (donde nos alojábamos en ese momento) pero sólo puedes acceder en barca. Por ello tuvimos que contratar una barca que nos llevara y volviera.
Navegando en la típica barca tailandesa hacia la playa de Railay.
Una vez allí, resorts por todas partes y turistas, muchos turistas. Se tiene que admitir que un lugar tan bonito cómo este puede llegar a perder la magia cuando ves que hay tanta gente por todas partes. El camino hacia la playa fue muy interesante, ya que una vez más nos encontramos con graciosos monos que hacen las delicias de los turistas sin escrúpulos que compran bolsas enteras de patatas y ganchitos para alimentar estas pequeñas criaturas. Los monos sin reparos llegaron a romper la bolsa y llevarse todo el contenido hasta lo alto de los árboles. Realmente he hecho un auténtico reportaje a estos pequeños animales…
Monos comiendo pringles.
Cría de mono en una branca.
Mono con curiosa expresión.
Fue en ese momento cuando haciendo fotos a estas criaturas, conocimos a una pareja de catalanes que se alojaban en un resort de la Playa. Lo más fuerte de todo, es que son de Terrassa cómo nosotros y además nos habían hablado de ellos pero no los conocíamos. Casualmente la chica es la hija de unos amigos de la madre de Mireia. Que pequeño es el mundo o quizás es el destino, pero algo místico hay en este lugar.
Fuimos a comer con ellos, son una pareja muy simpática y lo pasamos muy bien. Y posteriormente fuimos a la playa a disfrutar un poco del sol a una hora que no había tanta afluencia de público. La playa es espectacular, aunque sobran tantas embarcaciones (no tailandesas) del horizonte. Destaca una escarpada montaña llena de estalactitas que forma una enorme cueva donde puedes estar a la sombra. El agua no es tan transparente cómo hubiéramos creído pero era caliente y muy salada.
Preciosa playa de Railay por la tarde.
Cueva en la playa de Railay.
Antes de las 7, tuvimos que coger la barca de vuelta y despedirnos de nuestros nuevos amigos, no sin antes, llenarnos los pies de fango ya que la marea había bajado mucho.
Barquero esperando pasajeros.
Podéis ver más fotos a la derecha de este post.
Post dedicat a Carlos i Marta, sou genials!